La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy

92 y demuestra que esa verdad resulta inaceptable. Por ejemplo, que la Tierra es plana, o que Dios creó al mundo en siete días, o que los seres humanos son superiores, y un largo etcétera incesante. Nadie escapa a las doxas, por más que uno quiera. Las requerimos para poder vivir en comunidad. Y requerimos comunidad. Las paradoxas son oportunidades de construir otra doxa, disfrutar el desconcierto y recuperar el asombro. Escribo en una temporada que para un lector de textos y contextos se muestra llena de paradoxas. No pretendo crear una doxa, pero sí invitar al lector a cuestionar las verdades aceptadas, revisar sus experiencias y... tal vez hacer experimentos. Las paradoxas nos incomodan. No sabemos qué hacer con ellas. Mejor darles la vuelta. Las doxas y las paradoxas son, así, parte de un ejercicio continuo de lectura y escritura, no de textos ni solo de contextos. De algo que viene de antes y sostiene a todos los textos que nos han dado sentido

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