La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy

88 Desgraciadamente no contamos con mucha infor- mación sobre esa abigarrada vida. ¿Estaba más próxima a una bulliciosa ciudad universitaria que a una de esas modernas bibliotecas en las que departen artistas con científicos, danzan niños y jóvenes diseñan videojuegos? No lo sé. Pero me queda claro que era un lugar para experimentar en los dos sentidos, hacer experimentos y tener experiencias. En los que se construía conocimien- to, pero también se disfrutaba de la compañía. Un lugar en el que se formaban aprendices y se difundían saberes. Curiosamente, de esa agitada vida solo quedan escuetos testimonios. Con el paso del tiempo, la biblioteca acaparó la aten- ción y contagió su afán de conservar. El Museion se con- virtió en un museo, un espacio donde debemos andar en silencio, como en las bibliotecas. ¿Perdurar es la ventaja de la palabra escrita? Tal vez. ¿Pero qué es lo que perdura? La biblioteca perdura, como perduran los edificios y la escritura, mientras que la academia se olvida, como se pierden las conversaciones, los discursos y discusiones, las ensoñaciones y los borradores. Pírrica victoria de la arquitectura y de lo escrito. Ridícula o paradójica victoria, pues lo que perdura en

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