La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy
87 este libro solo quiero acercarme a la historia para reinven- tar el porvenir. Por eso quiero detenerme en Alejandría, que ocupa un lugar especial tanto en la historia de las bibliotecas como en la de su destrucción. Al evocar la Biblioteca de Alejandría, acaso la más afamada de la Antigüedad, se olvida a menudo que ese riquísimo recinto era solo una parte, ni siquiera la más relevante, del Museion , un vasto edificio dedicado a las nueve musas: a Calíope, la musa de la elocuencia y la belleza; a Urania, la de las ciencias exactas y la astro- nomía. A Euterpe, la musa de la música; a Terpsícore, la de la danza. A Clío, la musa de la historia que debía mantener vivos los actos generosos y valientes; a Erato, Melpómene, Polimnia y Talía. Es decir, lo que hoy lla- maríamos un espacio interdisciplinario, en el que cien- cias sociales y exactas dialogan con las artes y vinculan al cuerpo y el espíritu, el pasado con el presente, lo fugaz y lo eterno, o su anhelo. En el Museion se daban cita poetas y científicos, estu- diantes y artistas, los decanos y los principiantes. Ade- más de un lugar de resguardo, era la cocina del cono- cimiento. Un espacio vivo, con sitios para departir, un observatorio astronómico, un jardín botánico y un zoo- lógico, laboratorios para investigar, incluso anatomía. También alojaba a algunos creadores.
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