La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy
81 trastes. Después de la Revolución mexicana, en la déca- da de los veinte, creó instituciones educativas y culturales fundamentales para la consolidación del Estado nacional: fue rector de la Universidad Nacional, una institución que usó para, desde ahí, incentivar la más ambiciosa campaña para extender el programa educativo a cargo del estado. La universidad, dijo una y otra vez, no puede consagrarse úni- camente a los universitarios y sus investigaciones. La uni- versidad debe atender las necesidades educativas del Pueblo (uso deliberadamente la mayúscula, esa P que hace que el Pueblo sea un ente platónico y no un conjunto de retratos y sus relatos). Resultó claro que la Universidad Nacional le quedó chica y la utilizó para crear la Secretaría de Educa- ción Pública, una institución consagrada a transformar de raíz este país. Por comenzar, para instaurar una nueva ma- nera de construirlo, ya no con las armas, sino con la palabra y las ideas. Algo que sin duda debemos alabar. Esa institución debía estar sostenida en tres patas: la es- cuela, las artes y las bibliotecas. Vasconcelos era ciertamente muy ambicioso, no solo por lo que se proponía, sino porque ninguna de las institu- ciones que creó u ocupó le resultó suficiente. Él quiso ser presidente y esa jugada, la decisiva, no le salió. Entonces su vida se amargó. Terminó su vida en 1959, como director de la Biblio- teca de México, que él deseaba que fuera la semilla de una
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx