La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy
50 Hace solo unas décadas era común ir a una biblio- teca a consultar las enciclopedias. Estas eran demasiado caras para estar en los hogares; para consultarlas, había que trasladarse a la biblioteca. Hoy, sin embargo, en no pocas bibliotecas públicas no se sabe qué hacer con ellas. La mayor parte de sus antiguos tesoros han perdido va- lor y actualidad. Ocupan demasiado espacio y no son consultadas. De hecho, fueron las enciclopedias las primeras en migrar del papel al ámbito digital. Pese a ello aún sub- siste, quién sabe por cuánto tiempo más, el espíritu que animó a Diderot y d’Alembert en su magnífica empresa al crear la Enciclopedia : liberar al hombre de la culpable ignorancia a través de una obra colectiva que reuniera todos los saberes humanos. Ahora puedes acudir a la biblioteca con solo un clic —parecen decir muchos, supuestamente preocupados por ahorrar el dinero público (aunque en realidad solo estén interesados en acrecentar su fortuna privada)—, pero aquí ya no puedes encontrar enciclopedias, pues todas están en internet. ¿Para qué ir a las bibliotecas? Tienen razón, a menos que seas un genealogista del conocimiento: si quieres consultar una enciclopedia, mejor no te desplaces a una biblioteca. Consulta Wi-
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