La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy
189 ¿Adónde podrían acudir los sin casa (o indigentes o mendigos), pues, incluso abiertas, una de las áreas cerra- das son los sanitarios? Para (al menos muchos de) los usuarios de las biblio- tecas, seguramente sería más fácil aceptar una biblioteca pública sin libros que una sin baños. No solo porque muchos usuarios llevan a ellas sus li- bros. O van a hacer otras cosas. Escribir. Pintar. Dormir. Tocar el piano. Consultar las computadoras. Etcétera. Sino porque las bibliotecas son para ellos un lugar para estar. Incluso para los que tienen casa. Incluso para los que viven solos. Incluso para los que tienen una habita- ción propia. Las bibliotecas son una suerte de (primera o segunda) casa. Un lugar para estar. Un lugar para recibir a(l) otro. Ese otro que a veces emerge cuando descansas, duermes y a veces se presenta soportado por un texto (un verso, una idea). Y en oca- siones tiene un nombre propio diferente del nuestro, no siempre. Estar, al menos mientras estemos vivos, supone aten- der al cuerpo. La pandemia lo ha hecho evidente. Sin em- bargo, muchas de las (pocas) bibliotecas que han abierto sus puertas no han abierto sus sanitarios. El tema de los sanitarios en las bibliotecas públicas es delicado. En los baños pueden pasar muchas cosas, algu- nas relacionadas con violencia y violaciones, por ejemplo.
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