La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy
182 Por su accidentada construcción, la Biblioteca Vas- concelos se inauguró con goteras en el séptimo piso, lo que obligó a reacomodar la colección. Hacerse cargo de su historia suponía sellar esas fisu- ras que permitían goteras y filtraciones. Y lo hicimos. Al reabrir la séptima planta, nos preguntamos si de- bíamos volver a acomodar el acervo en sus anaqueles y, por fin, hacerla funcionar tal cual la habían imaginado los que la diseñaron. Esto habría sido en cierta medida correcto, pero aburrido. Pero también nos brindaba la oportunidad experi- mentar nuevas maneras de acomodar las colecciones, lo que nos ponía de entrada en condición de aprendices. Nos proporcionaba la alegría de no saber qué pasaría. La cosquilla de lo incierto, el placer de jugar. Y optamos por eso. Ensayamos un acomodo de la colección acorde con las maneras de leer, estudiar, informarse y comunicarse hoy. En las colecciones se integraban libros, videos y au- dios. Pero también obras de las denominadas de ficción y las reconocidas como de no ficción, por usar una ter- minología de la clasificación anglosajona, muy discuti- ble y muy poco discutida. Así, por ejemplo, en una sala que llamamos «Drogas» fuimos acomodando obras vinculadas a ese tema, desde libros y CD de Pink Floyd y Bob Marley, a obras de o
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