La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy

166 Recuerdo el descubrimiento que me compartió Te- resa López Avedoy y cité antes. Para los usuarios, ir a la biblioteca representaba la posibilidad de ser y hacer algo diferente de lo que hacían y eran en los otros espacios: reinventarse. Eso es, definitivamente, una victoria. ¿Cómo cultivar un jardín? Hace unas páginas, recordé el comentario especialmen- te ácido de un amigo que presumía conocer la red de bibliotecas de la Ciudad de México. Las dos que mejor funcionaban estaban a cargo de una persona que abría la biblioteca por la mañana y se iba a otro trabajo, y la otra de una bibliotecaria que era analfabeta. No comenté que, cuando cambió el titular de la Dirección de Bibliotecas de la Ciudad de México, los nuevos funcionarios diseñaron un programa que, a la usanza tradicional, vino acompañado de su respectiva capacitación. Entonces quedaron en evidencia las dos anomalías. Ambos bibliotecarios fueron despedidos. Las dos bibliotecas singulares se uniformaron: pasa- ron a ser otros eslabones en una cadena. Todos igual de grises. Lástima. Se perdió la oportunidad de explo- rar otras formas de desarrollo. De reconocer saberes, de plantear la capacitación a partir del reconocimiento de

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