La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy

164 en la faz de la Tierra y tarde o temprano se borrará, pero la vida persistirá de maneras insólitas… A mí y a otros amantes de la vida eso solo nos trae consuelo, nos da alegría. Cultivar un jardín es dialogar con lo que no se puede comprender. Con lo que no po- demos hacer. Cultivar un jardín es acercarse, no llegar. Abrir un espacio para dialogar con aquello que sucede sin que podamos intervenir. «La escenografía […] se adapta al cambio de los fundamentos del jardín, pero el principio del jardín permanece constante: acercarse lo más posible al paraíso», dice Clément. Tal vez. El jardín no es un campo de cultivo. Es un espacio intersticial… entre la natura y la cultura. Como una biblioteca, un terreno fértil. Es un espacio disponible y dispuesto a que lo usen. Un lugar en el que uno pro- pone y él o lo(s) otro(s) dispone(n). Un lugar en donde uno cultiva y se cultiva. Donde uno juega, hace y deja de hacer. Un lugar que no es nunca de uno. Un lu- gar para recibir. Para plasmar un espacio para entender el propio hacer más allá de uno como individuo. Para hacer y descansar. Para hacer y dejar hacer(se). Para in- gresar en otra dimensión de la experiencia. Para (re) ubicarse en el tiempo y en el tiempo y para perderse.

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