La música de las bibliotecas: política y poética de un espacio público, hoy

119 ¿Será que las diferencias más radicales estriban en el hecho de que hoy (casi) todo lo que escribimos (o gra- bamos): palabras, imágenes y audios, se traduce a un código que puede ser leído y procesado por cerebros que no responden a un cuerpo humano. Procesa todo lo que queremos registrar e incluso aquello que no registramos (nuestra ubicación, por ejemplo) para crear un espacio público a modo y un espacio privado abierto al usufruc- to de alguien para el que no somos sino una cifra? Este parágrafo, estimado lector, estaba destinado a ser la glosa de esas transformaciones tan obvias como obviadas. Pero después, dado que ya hay pasos fluidos entre el autor y el lector, y por respeto a ti, que eres diferente de mí y eres singular y no forzosamente has pensado en todo eso ni en cuánto te afecta, y si lo has hecho, seguramente piensas distinto de mí (lo aseguro, pues en unos días yo mismo pensaré diferente de todo lo que hoy afirmo), he resuelto dejar un enorme espacio en blanco para que tú lo llenes.

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