La lectura de los afectos: imaginación y  empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar

66 más cautivantes de la llamada epigenética, un campo relativamente reciente de la ciencia que estudia cómo el ambiente donde nos desarrollamos transforma nuestra estructura biológica e incluso nuestra herencia genética: «Tanto lo que oímos, como lo que leemos o las perso- nas que amamos, tienen una increíble influencia sobre el desarrollo de nuestro cerebro» (Rodríguez, 2017, p. 54). El aparentemente sencillo acto leer, de hecho, es un ejemplo de cómo este último modifica sus circuitos neuronales a partir de una resolución cultural motivada por la curiosidad y el afecto (Dehaene, 2009). Tal vez nuestro amor por la conjetura y, por lo tanto, por las historias, responda precisamente a esta flexibilidad evo- lutiva. De ser así, el carácter dialógico de la lectura, el acto de intimidad que nos faculta para dialogar y sentir a través no solo de personajes imaginarios sino también, como creía Quevedo, de los muertos con quienes con- versamos al leer, exigiría una atención mayor de la que le damos en el ámbito escolar. Porque estas destrezas, aunque innatas, no siempre se encuentran activas; y, en consecuencia, pueden y deben orientarse y educar- se. Recordemos, pues, otra vez a Paulo Freire reflexio- nando sobre la consolidación del aprendizaje: adquirir conciencia del lugar que ocupamos en el mundo a través de la lectura permite ampliar ese mundo (2015). Solo entonces leer se convierte en un diálogo, en una relación

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