La lectura de los afectos: imaginación y  empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar

60 en beneficio propio tanto en el momento como en el fu- turo. De allí que las historias que leemos nos sean útiles como un repertorio de experiencias que la vida diaria, por su misma limitación espacial o temporal, es inca- paz de proporcionarnos. Lisa Zunshine, quien explora con detalle este argumento, sostiene precisamente que las novelas y los relatos son «experimentos cognitivos», una suerte de tecnología basada en un recurso evolutivo que «estimula hasta el límite de nuestras capacidades» la destreza de aprender a leer a los demás y, como resultado de ello, nos enseña cómo «navegar y estructurar nuestro mundo social» (2006, p. 162). Umberto Eco, sin duda, habría estado de acuerdo: Entonces es fácil entender por qué la ficción na- rrativa nos fascina tanto. Nos ofrece la posibilidad de ejercer sin límites esa facultad que nosotros usamos tanto para percibir el mundo como para reconstruir el pasado. La ficción tiene la misma función que el juego. Como ya he dicho, jugando, el niño aprende a vivir, porque simula situaciones en las que podría hallarse adulto. Y nosotros adul- tos, a través de la ficción narrativa, adiestramos nuestra capacidad de dar orden tanto a la expe- riencia del presente como a la del pasado (1996, p. 145).

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