La lectura de los afectos: imaginación y empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar
59 intención responder aquí a la pregunta sobre si leer nos hace mejores o peores personas, sino preguntarnos acer- ca de las ventajas, a nivel personal y colectivo, que nos otorga la interacción con los textos literarios 14 . Gracias a la TdM, dice Oatley, podemos generar modelos men- tales de nosotros mismos y de los demás, empleándolos va» y otra «emocional» (2006, p. 17). La segunda, tal como la entendemos a menudo, no nos impide realizar acciones consi- deradas incorrectas o inmorales. Por ello, que algunas personas sean lectoras apasionadas y competentes, lectoras empáticas, en fin, no les impide que sean al mismo tiempo malas perso- nas. Una postura bastante influyente es también la de Jonathan Haidt, quien argumenta que, en realidad, los seres humanos so- mos criaturas movidas principalmente por impulsos irraciona- les e incluso egoístas. Así, nuestra capacidad crítica o racional a menudo solo es utilizada para justificar, más que para impedir, dichas motivaciones impulsivas (2012). Como resume Bloom, «en nuestras decisiones diarias, los humanos usamos más nues- tros corazones que nuestras cabezas» (2006, p. 5). Desde la perspectiva de la biología evolutiva incluso hay cada vez más acuerdos en que aquello que conocemos como moralidad es consecuencia, más bien, de un proceso de selección natural asociada al desarrollo del altruismo a nivel de parentesco. Cfr. Wilson, 2011. 14 Podríamos decir, como lo hace Jorge Volpi, que «leer cuentos y novelas no nos hace por fuerza mejores personas», pero «quien no lee cuentos y novelas –y quien no persigue las distintas varie- dades de la ficción– tiene menos posibilidades de comprender el mundo, de comprender a los demás y de comprenderse a sí mismo». Leer, por tanto, «se convierte en una de las mejores formas de aprender a ser humano» (2015, p. 30).
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