La lectura de los afectos: imaginación y empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar
51 te, el reconocimiento de una única interpretación válida para cada texto es consistente con una postura teórica se- gún la cual el significado está en el texto, en vez de cons- truirse gracias al esfuerzo de interpretación realizado por el lector» (2008, p. 122-123). En efecto, puede ser muy cómodo apelar a una autoridad —ya sea el maestro o el libro de texto—, pues el control se facilita, y, en términos evaluativos, una lectura puede pasar a ser considerada, en adelante, correcta o incorrecta. «Mucho más difícil resul- ta», concluye Lerner «intentar comprender las interpre- taciones de los niños y apoyarse en ellas para ayudarlos a construir una interpretación cada vez más ajustada» (2008, p. 123). Admitir la singularidad de una perspecti- va que, por su propia experiencia, puede abrir horizontes de sentido absolutamente contrarios a la nuestra es, a fin de cuentas, la primera gran conquista de autonomía que puede llegar a obtener un alumno si es bien orientado por el profesor. Por último, en la tercera fase de la programación de la actividad, los conocimientos pueden ser medidos a partir de una evaluación «formativa», no calificada; idealmente, orientando a los alumnos para que estos sean capaces de transferir los conocimientos adquiridos hacia un nuevo texto. Esta última instancia nos permitirá retomar la re- flexión en torno a la importancia formal de los géneros li- terarios como vehículos narrativos. Que experimenten la
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