La lectura de los afectos: imaginación y empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar
38 que pone en juego esperanzas y temores, y la tensión que se origina de la identificación con el destino de los personajes (Eco, 1996). Este fenómeno que hace de nosotros «máquinas de predicción constante», a decir de los neurocientíficos Stephen Macknick y Susana Martínez-Conde (2010), es el resultado de un elegante y muy sofisticado recorri- do evolutivo que ha transformado a los homo sapiens en las criaturas «conscientes» que hemos llegado a ser. Des- de una perspectiva cognitiva, todo lo que percibimos, sentimos, creemos o pensamos está basado en el balan- ce entre expectativas y vivencias precedentes. Cuando «estas predicciones no se cumplen, el cerebro necesita más tiempo para procesar los datos con los que cuenta», mientras que, por su parte, cuando son corroboradas, se incorporan a ciertos patrones que nos permitirán más adelante configurar una representación adecuada del mundo. Por ello, gran parte de lo que vemos como reali- dad, son «rellenos» confeccionados por nuestro sistema neurovisual a través de una operación de suposiciones y deducciones mentales (Macknick y Martínez-Conde, 2010). Pretender lo contrario, tal como lo advirtió iró- nicamente Jorge Luis Borges en un breve relato titulado «Del rigor en la ciencia», resultaría ser tan descabellado como cartografiar un territorio empleando un mapa del tamaño exacto de dicho territorio (2005, p. 847). Lo
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