La lectura de los afectos: imaginación y empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar
34 culturales, debimos ser educados en ella con una volun- tariosa escrupulosidad. Eric Jamet ha restaurado me- todológicamente dicho itinerario. Antes de ser lectores —nos dice—, todos fuimos, en primer lugar, oyentes y hablantes. Al dar el salto hacia la representación or- tográfica de nuestros sonidos, los individuos necesita- mos asimilar y fijar un repertorio semántico que nos permita posteriores «activaciones» mentales, que solo tendrán lugar a medida que avancemos y hagamos más complejas nuestras lecturas. Así, a las primeras acumu- laciones léxicas que ocurren inicialmente de un modo casi mecánico, corresponde, en adelante, su ampliación progresiva a partir de múltiples procesos de asociación. En los primeros estadios de dicho proceso, la lectura tiene como objetivo identificar la palabra en un reper- torio mental, el mismo que, con el correr del tiempo, acabará afirmándose en la memoria a largo plazo a través de su empleo. Lo que sigue son combinatorias, aproximaciones, asociaciones tanto de términos como de sentidos. Sabemos que un tigre es un felino, que ese felino tiene rayas, que se parece a un león que tiene una melena, que ambos son carnívoros, etc. Al incorporar esos conceptos ya no fonética sino ortográficamente, las proximidades que pasamos a establecer nos permi- ten hacer inferencias y, por lo tanto, a encadenar los significados y sus complejas redes de relaciones cada vez
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