La lectura de los afectos: imaginación y empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar
31 que se escapa de nuestro control pedagógico y, asimis- mo, de cualquier diseño curricular; pero ello no debe ser motivo de ansiedad ni de desconfianza. La frase de Paulo Freire que elegimos como epígrafe para ilustrar la naturaleza del aprendizaje en la escuela que defendemos en este libro es significativa por esa misma razón: «La fortaleza de la escuela está en su debilidad. Como no lo puede todo, puede algo. Algo históricamente posible ahora. O posible el día de mañana» (2015, p. 85). La debilidad de la escuela es su fortaleza porque, quienes la construimos, nos fortalecemos al hacernos conscientes de sus limitaciones y de su necesidad. Esto nos recuerda lo que Raffaele Simone ha escrito acerca de cómo la de- mocracia es percibida en la actualidad como un «hada madrina» a quien se le exigen constantes deseos irreali- zables, aunque necesarios, y, con frecuencia, fuera del alcance de sus posibilidades como paradigma político de la vida asociada en comunidad (2016). Como a la democracia, también a la escuela se le exige lo imposi- ble; y con ello, asimismo, a los maestros. Pero de ese de- seo surgen las grandes transformaciones no solo como el impulso de un ideal sino también como una conquista de la perseverancia.
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