La lectura de los afectos: imaginación y  empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar

30 Toda vez que empecemos a responder adecuadamen- te a estas preguntas que pertenecen, en gran medida, al autoexamen sobre nuestra intimidad vocacional, tam- bién seremos capaces de encontrarle más sentido a las tareas de medición y evaluación «formativa» del aprendi- zaje que deseamos para nuestros alumnos. La condición contingente de la educación –en otras palabras, que esta sea posible o no– debe devolvernos a los dos momen- tos antes señalados por Bodei. Tal como vimos, hay una zona que podemos controlar y hay también otra que debemos liberar, pues se trata del espacio de emancipa- ción al que tiene derecho todo estudiante. Siempre hay en la lectura algo que se nos escapa (Petit, 2001). Algo los libros didácticos o «de texto» es que permiten controlar me- jor lo que asimilan los alumnos a partir de la homogeneización del conocimiento. Pero, en realidad, como sostiene Ferreiro, todos los libros pueden ser utilizados didácticamente, solo que muchas veces nuestra actitud como docentes es de desconcierto ante la novedad o la diversidad, y ello se transforma en una resistencia a perder cierto control sobre el saber. «La diversidad en los modos de ser de los chicos se ve también», dice Ferrei- ro, «como un problema que debe ser superado más que como una ventaja que se puede explotar» (2014, p. 160). Desde esa misma perspectiva, es saludable no sentirse «seguro» ante los textos que empiezan, alternativamente, a descubrirse. El no te- ner control sobre el contenido de dichos hallazgos nos obliga a un descubrimiento paralelo de nuevos vínculos y relaciones con los libros, los alumnos y la función que desempeñamos como maestros (Ferreiro, 2014).

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