La lectura de los afectos: imaginación y empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar
28 la apropiación de un libro no son cuantificables como sí lo son, en cambio, otras competencias prácticas, la lectura y la escritura, como el dominio del arte, se hacen sospechosos a los ojos de la estadística y la regulación por índices o medidores educativos. Entonces, enseñar se transforma en compañía, conversación y confianza; y el espacio social de la escuela se diluye tenuemente en el espacio privado donde esos criterios evaluativos se hacen abiertamente ineficaces. Es evidente, por otra parte, que el ejercicio de esta autorreflexión tiene como objetivo alejarnos del pesi- mismo con que nos arrincona la educación utilitarista (Fernández, 2017). Como bien nos han recordado Ber- trand Russell —en el plano de la educación— o Nuccio Ordile —desde su defensa del arte—, el fin del apren- dizaje no es la utilidad, sino muchas veces, lo contrario: el ocio, la digresión, la curiosidad, la duda o el amor por el conocimiento desinteresado. Si es «absolutamen- te necesario que el arte [o la educación, para el caso que nos interesa aquí] sirva para alguna cosa», decía Eugène Ionesco, «debe servir para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensa- ble que las haya» (Ordile, 2017, p. 121). La conciencia de lo «inútil» como un valor, implica hacer el esfuerzo por reflexionar a profundidad acerca del proceso de pro- ducción del lector y, asimismo, de la socialización de su
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