La lectura de los afectos: imaginación y  empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar

26 una «microsociedad» donde alumnos y profesores con- viven y socializan, aprenden a negociar también sus propias expectativas y desilusiones. Incumplimos, pues, nuestra vocación si asumimos una pedagogía que solo contempla la lecto-escritura como un mero recurso que consume su función únicamente al incorporar al alum- no a la cultura de lo escrito, y deja de lado su función afectiva, crítica e imaginativa. Después de todo, como decía Bertrand Russell, «nuestra vida está regida no solo por hechos sino por esperanzas; y la veracidad que se funda únicamente en hechos resulta ser siempre una prisión para el espíritu humano» (2015, p. 49). A este quehacer asumido por el docente también debe acompañarlo, en consecuencia, una decisión polí- tica, en la medida en que se trata de una parte esencial del proceso de reflexión pedagógico (Freire, 2015). Por- que hacerse esta clase de preguntas significa, en buena cuenta, ser consciente de la utilidad no solo personal sino histórica de la lectura como experiencia y práctica en la constitución de los individuos. Lejos de lo que podría pensarse, esta implicancia se adhiere a la labor docente de un modo radicalmente práctico. Después de todo, la materia que impartimos tiene una función pública, es decir, comunitaria; por lo cual, asumir una posición neutral con respecto a ella es, entonces, como afirmaba Freire, insostenible, puesto que «no es posi-

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