La lectura de los afectos: imaginación y  empatía como prácticas de autodescubrimiento en el lector escolar

24 de conducta— no facilitará un aprendizaje a largo plazo en ningún joven si no le provee, al mismo tiempo, de un asidero al que pueda sujetarse como una referencia a su mundo y a su sensibilidad (Rodríguez, 2017). Y esto es tan cierto, como que la mera acumulación de datos o transferencias de conocimiento, si bien estimulante al nivel de la memoria a corto plazo, no constituye a la postre ni un sentido ni una utilidad ni un desafío de carácter significativo para la mayoría de los estudiantes 3 . La tarea, a ojos vistas, no es de ninguna manera sen- cilla. En la última serie de encuestas compartidas por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú se indica que la lectura de libros es un hábito cotidiano solo para el 15,5% de peruanos (Mar- tínez, 2015). La percepción —por demás fundamentada en la evidencia empírica— de que la mayoría de los ni- ños y de los jóvenes no lee libros —que no encuentran estímulos ni modelos regulares en el hogar—nos sitúa, muchas veces, en una posición de desánimo pedagógico. ¿Por qué los jóvenes continúan alejándose de los libros, y, por el contrario, amplían —adictivamente— su con- sumo de información y entretenimiento cada vez más centralizado en soportes audiovisuales como la televisión 3 Para un mayor desarrollo de los conflictos y de las posibles so- luciones desde una perspectiva curricular, recomendamos ver Lerner, 2008, pp. 81-113.

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