que una estrategia muy común para el logro de este objetivo es la contraposición entre lo propio y lo extraño, destacándose las características positivas del «yo», minimizándose las negativas y viceversa. Así pues, el texto de Vargas Ugarte presenta varias dicotomías básicas destacándose una principal, que es la de los peruanos patriotas frente a los chilenos realistas; esta a su vez se consolida con otras menores o centradas en pasajes más específicos de su relato. Por todo ello, queremos concluir este ensayo reflexionando sus contenidos a la luz de la teoría de la reconciliación internacional. Desde sus premisas resulta fundamental comenzar a desarrollar una mirada regional en el tratamiento de ciertos acontecimientos del pasado, principalmente en el nivel de la educación escolar. Entre ellos, la emancipación hispanoamericana parece más relevante porque abarca toda la Sudamérica hispana. Este proceso difícilmente puede comprenderse a cabalidad si se subdivide casi artificialmente en función de las necesidades de proyectos nacionales en ejecución desde cuyo prisma se redefine la narración del pasado. Desde esa premisa, habría que replantearse la construcción discursiva del «otro» para que pase a formar parte del «yo» o «propio», o, en todo caso, pueda cumplir el rol de un otro amistoso y colaborativo. Para lograrlo es fundamental emprender un proceso de reconciliación histórica entre las partes que permita cerrar las heridas del pasado y pasar de una memoria doliente o de contigüidad a otra ejemplar (Todorov, 1993). Todo ello requiere un nuevo punto de partida y su requisito indispensable es que la Guerra del Pacífico deje de ser la sombra que cobija todos los demás relatos del pasado bilateral peruano-chileno. Este nuevo principio requiere una toma de conciencia y compromiso explícito de las partes, no es un tema que una de ellas pueda resolver por sí sola. Es hora de comprender que el pasado, como una vez diría el excanciller del Perú, Rafael Roncagliolo, es un dato de la realidad, por lo que entonces forma también parte del presente. No se trata de estadios separados, la narración de la realidad, que es la única manera que tenemos para acceder imperfectamente a ella, se construye sumando ambas dimensiones de la temporalidad. Es por todo eso que, para peruanos y chilenos, resolver lo que aún no hemos resuelto de nuestro pasado común es fundamental para la relación binacional del presente. De manera inconsciente, o quizá no tanto, los problemas de hoy expresan lo que sentimos muy en el fondo y esos 91
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