La frontera disputada

apoyó la independencia del Perú, Vargas Ugarte separa al prócer chileno Bernardo O’Higgins de su colectividad y presenta su aporte a la causa patriótica como una iniciativa individual, de este modo minimiza al «otro» y alcanza a controlarlo. Como hemos visto en las primeras páginas de este artículo, la Guerra del Pacífico también explica, en la narrativa de Vargas Ugarte, la construcción del «yo» o el propio. Inmerso en un proceso de construcción nacional, al que la narrativa patriótica le es consustancial, el padre Vargas busca reencontrar la nación o unir imaginariamente los pedazos deshechos de la patria desgarrada de la posguerra. De allí que dotarla de un discurso coherente de la peruanidad emerge como su objetivo central. La peruanidad como imaginario; el Perú como sustantivo propio es finalmente la utopía que ordena los acontecimientos de su narración. Así pues, Vargas Ugarte propone la existencia de la nación previa a la fundación política del Estado, de lo que se desprende que esta resulta de aquella. Por ello el acentuado énfasis en las espontáneas independencias de las ciudades del norte que, efectivamente, fueron previas a la llegada de San Martín y evidencian la paulatina descomposición del régimen colonial tanto como un nacionalista incipiente. Como es habitual en nuestra historiografía, el caso limeño es siempre el más polémico, lo que resulta del diálogo, felizmente inevitable, entre la realidad y su discurso. Existiendo acontecimientos que contradicen la voluntad separatista de parte de la población capitalina, principalmente criollos funcionarios de la administración colonial y comerciantes vinculados al Tribunal del Consulado, Vargas Ugarte recurre al recurso de generalizar a partir de algunos ejemplos. Este es el caso de los patriotas José García y José Fernández Paredes, ambos limeños y agentes sanmartinianos que realizaron diversas acciones en la capital del virreinato con la finalidad de ganar adeptos a la causa sanmartiniana. Este recurso retórico es común en la escuela historiográfica positivista, lo encontramos también muy difundido en la obra del historiador chileno Sergio Villalobos, que pesquisamos en una investigación anterior (Parodi, 2010b, cap. II). Sumadas las partes de este ensayo, nos queda volver a las tesis de Teun Van Dijk cuando integra la alteridad al análisis crítico del discurso señalando que este se difunde siempre desde una posición de poder, desde la cual se busca persuadir al lector de finalidades que pueden estar implícitas o explícitas en el texto. Para ello, el lingüista holandés nos dice 90

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