La frontera disputada

había ido formando en la región en favor a la causa (Vargas Ugarte, 1966, p. 123). Este conjunto de acontecimientos es muy importante en la argumentación de Vargas Ugarte, ya que el autor sugiere que el germen de la independencia no lo sembró San Martín, sino que lo antecede, por lo que se colige que la voluntad separatista ya se encontraba instalada en el imaginario de los peruanos. En tal sentido, el arribo de la expedición libertadora fungió de catalizador de esos ideales como se menciona en el siguiente párrafo: San Martín que tenía noticia de esto [sentimiento separatista de los peruanos], no omitió esfuerzo alguno para avivar este fuego. Por dos veces había enviado emisarios al Perú y el primer crucero de Cochrane tuvo entre otros fines alentar a los patriotas y animarlos a continuar en la tarea de ganar adeptos para la causa. Fruto de estas actividades fue la formación de núcleos independientes, prontos en cooperar con el Libertador no solo en Lima, sino en otras poblaciones del Perú (Vargas Ugarte, 1966, pp. 64-65). Asimismo, Vargas Ugarte le asigna a Trujillo la dimensión de un estratégico foco independentista pues su rompimiento con España tuvo una alta repercusión y generó una ola expansiva por toda la región. Tan solo una semana después, el 6 de enero de 1821, Piura proclamó su separación de España a través de una negociación directa entre los notables de la ciudad y el fuerte realista que guarnecía la plaza. En las siguientes semanas y meses, otro tanto sucedió en Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y Maynas (Vargas Ugarte, 1966, pp. 128-130). A partir de estos acontecimientos, el autor elabora el argumento que sostiene que el patriotismo y la voluntad separatista de los peruanos, junto a su actuación en una serie de acontecimientos que tuvieron lugar durante el proceso de independencia, fueron decisivos para alcanzarla44. En los párrafos anteriores hemos graficado que la demostración de la participación de los peruanos en la obtención de su propia independencia fue una impronta fundamental en los intelectuales de la generación novecentista, de la que el padre Rubén Vargas Ugarte es una expresión tardía. Este objetivo remite a una visión teleológica en la que la labor del historiador se vincula de manera directa con los procesos de construcción nacionales y sus utopías. Sin embargo, antes de concluir el primer tercio del siglo XX, se abrió paso la tesis que cuestiona la participación de los limeños en la 85

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