La frontera disputada

denominación las clases sociales inferiores, se había penetrado de estas ideas (1890, p. 9). Por otro lado, Vargas Ugarte sostiene que la Revolución de Chile de 1810 le permitió al virrey del Perú, Fernando de Abascal, ultimar los detalles de su campaña contrarrevolucionaria. Vargas subraya la superioridad del virreinato peruano sobre la periférica Capitanía General de Chile y resalta la injerencia de Abascal en los asuntos chilenos, como cuando decidió trasladar a Lima a los insurgentes de la Junta de 1808-1810 (Vargas Ugarte, 1966, p. 11)37. Como se ha mencionado, Vargas sostiene que la presencia de San Martín en Chile fue fundamental para liberar al país meridional del domino español. Asimismo, el sacerdote jesuita presenta la independencia del Perú como el objetivo principal de la expedición libertadora de San Martín, mientras que coloca al vecino del sur en una posición más bien secundaria, como un eslabón o paso previo en el derrotero del estratega tucumano (Vargas Ugarte, 1966, p. 37). En tal sentido, Vargas analiza el desempeño del Ejército Libertador en Chile en función del impacto que posteriormente tendría sobre la independencia del Perú38. Por ello, en su descripción de la batalla de Chacabuco menciona lo siguiente: No nos toca referir los hechos que acontecieron esta brillante jornada [victoria de Chacabuco] ni aun dar de ella completa noticia al lector, pues tanto lo que dejamos anotado como lo que a continuación diremos, lo decimos solo en cuento guarda relación con los sucesos que se desarrollaban en el Perú (Vargas Ugarte, 1966, p. 40). Vargas Ugarte solo menciona algunos acontecimientos de la independencia chilena en tanto influyen en la posterior emancipación peruana del Reino de España. No es un objetivo de su investigación ofrecer una historia binacional, regional o comparada de las independencias hispanoamericanas. Al contrario, solo se mencionan los sucesos de Chile en tanto que afectan o producen la coyuntura independentista del Perú. Prima, pues, en Vargas Ugarte, una visión nacional del proceso histórico, característico del positivismo histórico y de las historias nacionales en boga durante el siglo XIX y mediados del siglo XX. Incluso hoy, es amplio el público afecto a esta modalidad historiográfica, cuyo relato, en lo fundamental, sigue predominando en espacios fundamentales de 80

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