argentinos, bolivianos, colombianos, ecuatorianos y venezolanos. Para la independencia del Perú había sido decisiva la participación chilena y el papel de Bernardo O’Higgins. Esta comunidad fundacional se había fortalecido, a pesar de la intervención armada chilena contra la Confederación Perú Boliviana, con la victoriosa resistencia en el Callao, a la amenaza de reconquista española en 1866, que había fraguado una solidaridad y una conciencia anticolonial común entre Chile y el Perú5. Sin embargo, la Guerra del Pacífico, iniciada por Chile contra Bolivia y el Perú fue el gran hecho traumático de la vida republicana del Perú. La destrucción militar, económica, política e institucional que la invasión chilena produjo desarticuló de manera radical la sociedad peruana. Desde la óptica peruana no puede considerarse como una guerra más. La larga posguerra resultó incluso más aciaga. El incumplimiento sistemático de los tratados por parte de Chile6, la cautividad de la provincia de Tarapacá7, así como el sometimiento y la «chilenización» de Tacna y Arica durante su larga ocupación, marcaron profundamente la psicología colectiva peruana. Esta desconfianza crónica es un dato duro de la realidad, tan duro o más que las relaciones económicas. No obstante, en los últimos años ha habido tres procesos que han contribuido a amenguar la desconfianza crónica8: la masiva inmigración de peruanos hacia Chile (lo que incluye el envío de remesas monetarias a sus familias en el Perú); la intensificación de los flujos comerciales y de inversiones (hoy algo menos asimétricos que al comienzo del proceso); y la intensa movilidad en la frontera, que ha coadyuvado de manera importante al crecimiento económico de la ciudad peruana de Tacna como centro de comercio y servicios. Volviendo a la política exterior del Estado peruano, hay que señalar que las fronteras terrestres disputadas a lo largo de los siglos XIX y XX fueron quedando definidas a través de diversos tratados bilaterales firmados en el siglo XX. Incluso, la nueva frontera terrestre entre Chile y el Perú quedó por fin definida y delimitada con el Tratado de 1929. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX, con el concurso protagónico del Perú, y también de Chile y del Ecuador, emerge una nueva rama del derecho internacional: el derecho del mar, y todos los países del mundo se abocaron a delimitar sus linderos marítimos. El Perú y el Ecuador establecen dichos límites en el año 2010. Anteriormente, en julio de 2004, siguiendo a una propuesta inicial de 1986, el Perú propuso formalmente a Chile «el inicio, a la brevedad 8
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