La frontera disputada

exterior con estos dos vecinos lograron que un escenario difícil se convierta en uno favorable para el logro de nuestros intereses. Si bien luego de la Paz de Brasilia (1998) se inició una etapa marcada por un importante acercamiento entre Perú y Ecuador, tratándose de una problemática que podía cuestionar los límites marítimos entre ambos países, siempre existió el riesgo de que Ecuador se hiciera parte del proceso en favor de la tesis chilena. Así, se volvió un imperativo trabajar cuidadosamente la relación con Ecuador. En palabras de García Belaunde, había que liquidar los temas pendientes del Acta de Brasilia —Tiwinza, los pasos fronterizos, los centros de navegación—, lo cual posibilitó el surgimiento de los gabinetes binacionales el año 2007. Precisamente, este mecanismo de cooperación bilateral, que nace con el objetivo de dar pleno cumplimiento a los acuerdos de 1998, profundizando la relación a partir de cinco ejes temáticos —seguridad y defensa; social; infraestructura y conectividad; productivo, comercial, de inversiones y turismo; y, ambiental, energético y minero—, genera un espacio de diálogo al más alto nivel. Para ese entonces ya se conocían las presiones de Chile para que Ecuador vaya a La Haya y afirme que la Declaración de Santiago constituía un acuerdo de límites. No es casualidad que en mayo de 2009, el gobierno de Ecuador haya expresado su disposición de ir a La Haya para ratificar una posición coincidente con la chilena sobre la vigencia de los convenios históricos que establecieron los límites marítimos entre Perú y Chile (EFE, 2009a); aunque solo un mes después, su embajador en Lima declaró que su país se consideraba neutral en la controversia entre Perú y Chile (EFE, 2009b). Estas declaraciones que podían parecer contradictorias, las cuales van a repetirse en los meses siguientes, confirman el interés del gobierno ecuatoriano por sacar el mejor provecho de la situación, acercándose tanto a la posición chilena como a la peruana. La publicación de su Carta Náutica, a mediados de 2010, significó una jugada muy arriesgada por parte del Ecuador que fue aprovechada por el Perú. Nuestro país no iba a reconocer un documento que establecía los límites marítimos del Ecuador haciendo mención a la Declaración de Santiago. García Belaunde, por entonces ministro de Relaciones Exteriores, planteó dos opciones al canciller ecuatoriano Ricardo Patiño: negociar un acuerdo de límites o quedarse como están, con lo cual un fallo favorable al Perú de la Corte Internacional de Justicia volvía jurídicamente 63

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