profundizando la interdependencia, es decir, desarrollando temas de interés común —lo que podría llamarse la «agenda a futuro»—, se pueden crear los desincentivos necesarios para desconocer una sentencia de un órgano jurisdiccional de carácter internacional, evitando perder todos los beneficios generados a partir del trabajo realizado por los dos países. En tal sentido, aunque los intereses económicos comunes son los que predominaron, por lo menos en la parte inicial de la relación posterior a la demanda (Bitar, 2011, p. 91), después de 2011 se trabajaron temas relativos al desarrollo social en la zona de frontera, integración fronteriza, promoción del turismo (Basombrío, 2012, pp. 19-20), así como asuntos más sensibles como la integración energética (García, 2011, p. 105), entre otros de relevancia. Ciertamente en Torre Tagle existieron amplias seguridades acerca del cumplimiento de Chile del futuro fallo. García Belaunde llegó a declarar en 2011 que las «cuerdas separadas» ya no tenían la relevancia de antes, en tanto ambos países iban a aceptar lo que acate La Haya (EFE, 2011). Esto quedaba sustentado en el hecho que el gobierno chileno no alegó ninguna excepción preliminar, sus representantes actuaron de manera constructiva en términos de lo que significa el proceso, además de darse espacios de coordinación significativos entre ambas delegaciones. Sin embargo, a pesar de lo señalado, tampoco parece insensato intentar que las condiciones sean propicias, en todos los sentidos, para favorecer un cumplimiento rápido y diligente del fallo de La Haya. Las encuestas de opinión pública mostraban un alto nivel de escepticismo en la población peruana a que el gobierno chileno vaya a aceptar un fallo desfavorable: en noviembre de 2012, 71% de los encuestados tenía esta percepción, mientras que en junio de 2013, siete meses antes de emitirse la sentencia, este porcentaje aumentó a 74% (GFK, 2013, p. 7). Así, a pesar de la no existencia de dudas acerca del futuro cumplimiento del fallo por parte de Chile, en algunos sectores de la diplomacia peruana no resultaba equivocado ni irresponsable, de darse el caso, ir convenciendo a Chile de la importancia de este cumplimiento. ECUADOR Y BOLIVIA Al inicio del proceso ante La Haya, en términos geopolíticos a nivel regional, la histórica cercanía de Chile a Ecuador y el distanciamiento de nuestro país con Bolivia significaban cierto balance desfavorable para el Perú (Rodríguez Elizondo, 2009b, p. 243); sin embargo, una activa política 62
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