La frontera disputada

presidente Humala, como «tratamiento integral de la relación». Teniendo en cuenta la presencia de terceros interesados, este proceso también implicó un mayor acercamiento a países como Ecuador y Bolivia, los cuales podían llegar a tener algún papel en este tema. Asimismo, considerando la importancia del ámbito multilateral en un escenario posfallo, la diplomacia peruana tuvo un accionar que debe resaltarse, de ahí que el trabajo llevado a cabo en la Alianza del Pacífico y la Unión de Naciones Suramericanas puede servir como ejemplo en ese sentido. Finalmente, en el plano interno resultó de gran relevancia implementar una política de cohesión nacional frente a esta problemática, central para la consolidación de una política exterior que se encontraba defendiendo temas de la mayor trascendencia relativos a la soberanía del país. LAS CUERDAS SEPARADAS De acuerdo a lo señalado por Rodríguez Elizondo, las «cuerdas separadas» fueron planteadas inicialmente por el presidente Alejandro Toledo, en una visita de Estado a Chile en agosto de 2002, al evocar la controversia marítima y expresar que «esta problemática jurídica no debía contaminar el resto de la agenda bilateral» (Rodríguez Elizondo, 2012, p. 2). Este interés mostrado por el Perú, lo reafirma el excanciller Manuel Rodríguez Cuadros en un comunicado conjunto de los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países el 4 de noviembre de 2004, al destacar que el tema de la delimitación marítima «es una cuestión de naturaleza jurídica y que constituye estrictamente un asunto bilateral que no debe interferir en el desarrollo positivo de la relación entre Perú y Chile». Sin embargo, tal y como señala el excanciller José Antonio García Belaunde, la política de las «cuerdas separadas», propiamente dicha, fue una propuesta del presidente Alan García al inicio de su gobierno, articulándose a partir de la demanda ante la Corte Internacional de Justicia. Más allá del origen exacto de esta política, lo cierto es que las «cuerdas separadas» fueron una creación peruana que permitió, en palabras de García Belaunde, «encapsular el tema marítimo y permitir que fluyese la relación que tenía que ver con las inversiones, con el comercio, con los peruanos que vivían en Chile, [y] con los chilenos que cruzaban la frontera todos los días». A pesar del malestar generado en Chile producto de la presentación de la demanda el año 2008, al punto que la presidenta Michelle Bachelet llegó a considerar este hecho como un gesto inamistoso —precisión incorrecta de 57

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx