Caracterizar a alguien como amigo supone mucha confianza, cercanía, e involucramiento emocional y donde la traición no es esperada. Un «socio», de otro lado, requiere de un nivel de confianza aceptable, no necesariamente un involucramiento cercano pero sí uno de índole instrumental que vela por los beneficios materiales o simbólicos que se puede obtener de dicha relación. Por otro lado, las categorías «rival» y «amenaza» implican niveles distintos de desconfianza. La rivalidad supone la existencia de cierta igualdad de condiciones en las disputa de espacios de actividad y prestigio, mientras la «amenaza» es la condición de antagonismo previo a la confrontación. Sin duda, considerar a alguien una amenaza es una forma de reducir la complejidad u heterogeneidad de las relaciones a una simple de desconfianza extrema ante cada acción realizada por el otro. Precisamente, estas categorías están presentes en algunas preguntas de las encuestas Perú, las Américas y el Mundo del año 2008 (antes del fallo de la Corte de La Haya) y del año 2014 (posterior al fallo de la Corte de La Haya) y permiten un análisis más fino a los cambios en la opinión pública. Ambas son encuestas sobre política internacional y forman parte de una investigación comparativa entre varios países latinoamericanos, incluidos Perú y Chile, bajo el liderazgo de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) de México. Los cuadros 3 y 4 recogen parte de los hallazgos de estas encuestas, los cuales analizaremos en función a los procesos reseñados anteriormente. El cuadro 3 muestra que en el año 2008 la sumatoria de las categorías de «amigo» y «socio», que suponen cierto nivel de confianza, alcanza el 33%, mientras las categorías «rival» y «amenaza», que implican niveles de desconfianza, constituyen el 64% de las respuestas. Lo interesante aquí es que dentro de esta serie predomina la categoría de «rival» en todos los grupos de edad, sobre todo entre los más jóvenes (18-25 años) y los de educación secundaria y superior, lo cual revela una percepción del otro como un actor al que se le puede y debe ganar en diferentes campos de competencia. La rivalidad está vinculada a la tensión, competencia y disputa y, por lo general, también a poca confianza, pero no es una categoría antagonista extrema. La encuesta de 2008 además identifica la existencia de un núcleo duro de ciudadanos que considera a Chile como «amenaza» (20%) y, por ende, desconfían de cualquier acercamiento. Este grupo está presente en todos 47
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