La frontera disputada

los autores, podría generar futuras controversias. Actualizando dicho análisis al año 2014, es posible afirmar que si bien dicha relación asimétrica se mantiene, también han ocurrido cambios importantes. En el 2005 y el 2006 (últimos años analizados por Fairlie y Queija), un 81% y 78% de las exportaciones peruanas hacia Chile son materias primas respectivamente, mientras que un 14% en ambos años fue manufacturas. Una década después, en 2014, dichas cantidades han variado: un 47% de materias primas y un 33% de manufacturas. En relación con las importaciones peruanas desde Chile, estas no han variado su composición como las exportaciones peruanas hacia este país. En efecto, en los años 2005 y 2006, las manufacturas chilenas representaban el 57% y 53% de las importaciones peruanas, respectivamente, mientras que en 2014 dicha cantidad aumentó a 63%. De otro lado, en cuanto a las inversiones chilenas en Perú, estas han ido en aumento constante. De acuerdo con la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON) del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, entre 1990 y 2013 la inversión acumulada directa chilena ascendió a 13 944 millones de dólares. Analizando por sectores, según el DIRECON, el 63,3% del total de esta inversión se encuentra en el rubro de servicios, el 22,4% en el rubro energía, el 13% en industria, el 0,8% en minería y el 0,6% en agropecuario. Asimismo, durante este mismo periodo, estas inversiones han generado en total 81 998 empleos directos (de los cuales 74 589 son del sector servicios) y 35 375 de empleos indirectos. De estas inversiones, resaltamos aquellas empresas emblemáticas reconocidas como chilenas por la opinión pública, y que ubican en el sector servicios como las tiendas de departamento y supermercados (retail ). Se trata de empresas como Saga (en Perú desde 1995), Ripley (desde 1997), LanPerú (desde 1999) y Cencosud (supermercados Wong y Metro), que si bien son identificadas con Chile, son parte hoy del consumo regular de muchas familias peruanas que incluso acceden al crédito para alcanzarlo. Si bien no conocemos con exactitud cuántas tarjetas de crédito provienen de estas empresas, no cabe duda de que este es un instrumento de amplia difusión para los sectores medios en ascenso. Esto genera un impacto positivo en la opinión pública pues permite un mayor consumo, pero también habría que tener en cuenta que en caso de crisis económica los altos intereses y las cobranzas coactivas de las deudas pueden afectar el aumento de la confianza de los peruanos hacia el país vecino del sur. 44

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