La frontera disputada

en 1997, solo ingresaron 3709. Actualmente, el perfil de la migración peruana se caracteriza por ser primordialmente laboral, joven (concentrada entre 21 y 35 años a inicios de la década del año 2000 y luego entre 30-39 años a fines de dicha década), femenina en sus comienzos, de mayor calificación educativa que el promedio de chilenos y concentrada en el área Metropolitana de Santiago (Stefoni, 2001, 2013; Vásquez, 2013). La migración en general es positiva para ambos países en términos de integración social y cultural, pero este no es un proceso lineal sino que combina la construcción de vínculos de índole amical, familiar y laboral con la persistencia de actos de discriminación, de reproducción de estereotipos e incluso de segregación (Stefoni, 2001, 2013). En la creación de confianza hay dos situaciones vinculadas a la migración que tienen un impacto positivo: las remesas y los hogares binacionales. Sobre el primero, según el diario Gestión30, citando un estudio de Interbank, en 2013 se enviaron al Perú cerca de 204 millones de dólares desde Chile, el 26% del total de remesas que se envían desde este país. Las remesas son enviadas mayormente una vez por mes y con montos pequeños que oscilan entre US$ 100 y US$ 500, y tienen un rol complementario pero sustantivo al ingreso de familias de pocos recursos en Perú (Jara, 2011). Las remesas sirven para solucionar urgencias económicas familiares o para cubrir gastos de educación, salud, u otros servicios, en suma, para mejorar las condiciones de vida de la familia nuclear o extendida del migrante. Pero también constituyen un vínculo permanente entre ambos países que pueden ir reconfigurando los imaginarios de los peruanos hacia Chile como un país que ofrece oportunidades de empleo y fuentes de ingreso complementarios para los familiares de los migrantes. Oportunidades que superan las posibles experiencias de discriminación que puede transmitir el migrante a sus familiares. Las migraciones además han creado las condiciones para la formación de hogares binacionales en Chile, lo cual representa un factor positivo para la mayor integración social y cultural entre ambos países. Según Vásquez (2013), recogiendo datos del CASEN de 2009, existen 26 592 hogares en Chile donde hay al menos un migrante peruano. De estos, un 33% (8935) son hogares conformados en su totalidad por peruanos, lo cual podría incluso llevara pensar casos de reunificación familiar. Muchos además tienen hijos que poseen la doble nacionalidad. Por otro lado, excluyendo los casos en los cuales el migrante peruano se sume a un núcleo familiar ya conformado, existen casi 25% (6592) de hogares formados a partir de 42

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