En definitiva, el proceso de La Haya arroja un triunfo jurídico y diplomático, no militar, al haberse desvirtuado la principal tesis chilena por la que la Declaración de Santiago de 1952 habría establecido un límite marítimo a todo propósito en el paralelo geográfico que se extendía a toda la proyección marítima de ambos países. Una vez definida esta última frontera, el Perú y Chile necesitan una relación constructiva y madura, que sirva de base no solo para la atención a los intereses de cada uno de los países, sino también para lograr la unidad regional, indispensable para adquirir relevancia en el mundo del siglo XXI. COLOFÓN La reflexión principal de estas líneas conduce al convencimiento de que no hay que mirar la relación bilateral entre Chile y el Perú como una relación bilateral cerrada en sí misma. No cabe abstraer las relaciones entre estos dos países del marco de construcción de una unidad regional mayor. Como lo analiza Bruce Saint John (1999), precisamente el segundo foco histórico de la política exterior peruana ha sido el de la concertación e integración latinoamericanas. Se trata de que el Perú, Chile y todos sus vecinos, puedan marchar juntos hacia la «tierra prometida» a los latinoamericanos19, logrando que las fuerzas centrípetas prevalezcan sobre las centrífugas20. Después de haber dedicado parte sustantiva de los esfuerzos del Perú a definir sus límites terrestres y marítimos, el cultivo de una buena relación con Chile debe complementarse con la cooperación entre el Perú y Bolivia, y con la prioridad que deben tener nuestras relaciones con el Brasil. Una de los hechos que más cabe lamentar de estos últimos años es que, a pesar del enorme trabajo desplegado por la Cancillería, el Ministerio de Defensa y la Marina de Guerra junto con otros sectores de la administración pública peruana, el Congreso del Perú no haya ratificado el conjunto constituido por el Protocolo de Ilo de 2010 y el Acuerdo por Intercambio de Notas de 2012 que lo enriquecía en numerosos aspectos, tan beneficiosos para Bolivia como para el sur peruano21. Igualmente parece indispensable priorizar la relación con Brasil. La mayor parte de nuestras fronteras está constituida por la frontera brasileña. Brasil es —a pesar de sus serias dificultades coyunturales— una de las mayores economías del mundo y ciertamente, la mayor de América del Sur. Brasil y el Perú constituyen juntos la ancha cintura de esta parte 16
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