ciudadana de los últimos años y recientemente se agregan manifestaciones masivas de rechazo al sistema de AFP. Detrás de las protestas, algunos identifican una crítica no solo al acceso y calidad en la educación básica, sino además en la educación profesional, siendo esta la principal explicación de la dispersión salarial existente (Solimano, 2009). Solimano (2009) va más allá en ampliar su mención al conjunto de características endógenas del modelo chileno que propician la concentración y la desigualdad y que no lograron ser corregidas por las políticas de la Concertación, como la segmentación educativa, de ingresos laborales, la concentración en mercados y tenencia de activos, el sistema tributario y el débil poder de negociación sindical. Un conjunto de críticas apuntan al enfoque mismo de crecimiento con equidad de la Concertación. Lo que para algunos constituye un esquema reformista virtuoso (Hunneus, 2013; Raczynski, 1998; Arellano, 2014), para otros es señal de conservadurismo al prolongar estructuras instauradas por el modelo del régimen militar y que mantienen la desigualdad. En las visiones más críticas, los líderes de la Concertación concedieron en exceso en las negociaciones previas a la restauración de la democracia, factor que fue una constante en las tensiones internas en la coalición126 (Ominami, 2011; Solimano, 2009). También existen lecturas basadas en la dinámica de percepciones de las personas en correspondencia con la evolución de la economía, la sociedad y la política. Por ejemplo, Güell (2013) reduce la importancia de las definiciones económicas y pone énfasis en el terreno político y en el anhelo de igualdad de identidad y de derechos. Según él, el contexto del periodo de la Concertación contiene nuevos actores con mayor autonomía y crecientes demandas básicas de reconocimiento social, dignidad y poder. Larrañaga y Rodríguez (2015) señalan que en lo económico la desigualdad sigue siendo alta, así como la vulnerabilidad de los sectores que salieron de la pobreza monetaria; pero agregan un análisis de la información reciente que indicaría que una ciudadanía más empoderada presenta un mayor grado de intolerancia a la desigualdad, en sus distintas dimensiones. Incluso, estudios de opinión recientes del Programa Nacional de Naciones Unidas (PNUD) muestran un mayor nivel de rechazo de la desigualdad por razones generacionales, de poder, de oportunidades, territoriales, de género y de respeto —asimetrías o inequidades—, que por diferencias económicas127. 154
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