necesariamente excluyentes entre sí y el orden en que se enuncian está exento de juicios de valor sobre su importancia. Algunas explicaciones provienen del análisis de la evolución de la desigualdad de ingresos. Como se observa en el gráfico, la reducción del coeficiente Gini, que es consistente con otras medidas de distribución de ingresos, es cuestionada por ser modesta en veinte años y por ser Chile el más desigual de los países miembros de la OECD125. Algunos estudios agregan variantes relacionadas con las brechas de equidad económicas, como las significativas desigualdades a nivel local, la mayor participación del 1% más rico, o la disparidad salarial e insuficiente diversificación productiva (Agostini & Brown, 2007; Solimano & Torche, 2008; López y otros, 2013). Gráfico 2. Índice de Gini 1994-2014, Perú y Chile Fuente: Banco Mundial. No obstante lo anterior, para la población, más observable que la medición de desigualdad de ingresos es un conjunto diverso de desigualdades. Así, algunos autores apuntan sus críticas a sectores específicos que explicarían el descontento social, como la educación, donde los esfuerzos se califican como insuficientes, donde a pesar del aumento de la inversión en infraestructura, salarios docentes y acceso a nuevas tecnologías, persisten brechas de calidad y cobertura entre los niveles socioeconómicos en Chile (Carnoy, 2005; Romaguera & Gallegos, 2010; Cox, 2012). El malestar con las desigualdades en educación ha sido el principal factor de movilización 153
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