solidario es destacado internacionalmente por su contribución como paliativo a las deficiencias del régimen contributivo (Bosch & Melguizo, 2013). Larrañaga y otros autores (2015) destacan varios aspectos exitosos de esta reforma: i) los instrumentos creados cubren a más del 90% de los adultos mayores elegibles, ii) la participación social en la Comisión Presidencial y la legitimidad surgida de la aprobación unánime en el Congreso, iii) constituyen una contribución significativa al ingreso de los hogares, especialmente de los tres deciles inferiores. Finalmente, el seguro de desempleo, desde 2002, ofrece protección de ingresos a la mayoría de trabajadores asalariados. Ramos y Acero (2010) y Larrañaga (2015) destacan su carácter innovador por combinar un ahorro obligatorio con un fondo solidario que, según ellos, permite minimizar riesgos de filtraciones y abusos de este tipo de esquemas. Algunos desafíos pendientes se refieren a la cobertura (en independientes, informales, servidores públicos temporales) y a la discusión sobre los montos, donde aparentemente el criterio de eficiencia (de no distorsionar decisiones económicas) estaría primando sobre el de protección. Los programas emblemáticos de la Concertación continuaron durante el gobierno de partidos de centro derecha (2010-2013). BALANCE PRELIMINAR PENSANDO EN EL PERÚ Esta sección presenta algunas discusiones en curso sobre la experiencia chilena de especial utilidad para las perspectivas de la política económica y social peruana, donde el discurso político, desde 2011, hace una mención más explícita de la prioridad de inclusión y asigna mayor presupuesto a políticas de salud, educación y de asistencia social. Empecemos con cuatro afirmaciones obvias. En primer lugar, el crecimiento económico, teniendo un efecto significativo en reducir la pobreza y facilitar la disponibilidad de recursos para políticas públicas inclusivas, no es condición suficiente (ni la única) para mejorar los indicadores de bienestar. Nótese que el crecimiento del PBI peruano, de 5% promedio anual entre 2000 y 2015, no alcanzó para mejorar significativamente el desempeño en educación, salud y otros temas de interés ciudadano, en comparación con América Latina. En segundo término, conviene integrar la política económica y social. Es poco recomendable interpretar apresuradamente las descomposiciones del cambio en la pobreza con métodos populares como el de Datt y Ravallion (1992) —que miden el cambio en la pobreza por incremento en el ingreso 151
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