El más agudo de ellos se produjo en febrero de 2012, cuando un aluvión del río Lluta, por la quebrada de Escritos, arrastró al Perú parte de las minas que Chile había sembrado tiempo atrás, en su propio territorio17. El aluvión con las minas entró al territorio peruano ubicado entre la línea de frontera y el paralelo que corresponde al hito número 1. Aduciendo las obligaciones de la Convención de Ottawa sobre minas antipersonales, personal chileno ingresó en dicha zona para colocar alambradas y pancartas indicadoras del peligro de las minas. Se trataba, a todas luces, de demostrar soberanía en el área. Ante el reclamo inmediato del Perú, Chile retiró a su personal y se comprometió a no realizar nuevas incursiones. Sin embargo, se negó al retiro de los materiales introducidos en la zona. El Perú propuso entonces solicitar a un tercero neutral que procediera al desminado y retiro de los materiales por encargo de ambos países. Inicialmente y durante un largo lapso Chile rechazó esta posibilidad. El riesgo de ausencia del presidente peruano en la cumbre de la Alianza del Pacífico en Antofagasta, programada para el 6 y 7 de junio de 2012, y la preocupación discretamente expresada por los otros miembros de dicha Alianza, así como por otros países amigos, llevó a que Chile finalmente aceptara la propuesta peruana, lo que permitió superar el incidente18. Otro momento de tensión apareció cuando la CIJ emitió su fallo en la controversia entre Colombia y Nicaragua, y Colombia se mostró reacia a aceptarlo. Hubo entonces voces aisladas en Chile que llamaron a prepararse para replicar esta aparente rebeldía colombiana y desconocer el fallo, ya inminente, en el diferendo marítimo entre Chile y el Perú. Una situación grave también se vivió el 27 de enero de 2014, siendo canciller mi sucesora Eda Rivas, cuando, contra el texto rotundo de la sentencia de la CIJ y contra todo lo conversado a lo largo del bienio sobre la necesidad de que ambas partes reaccionaran con respeto y cordura el día del fallo, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, declaró que la sentencia le daba la razón a Chile en el tema del límite terrestre. Esta infeliz declaración y el posterior descubrimiento de un escandaloso espionaje chileno parecían querer darle la razón a quienes sostenían que nunca podría haber una relación normal entre nuestros países. A pesar de incidentes como estos, hay que afirmar la voluntad constructiva para acercarnos al pronóstico, antes citado, de Jorge Basadre en 1931. 15
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx