A continuación vendría el denominado abrazo de Charaña entre Pinochet y Banzer que motivó un creciente temor del gobierno peruano. Velasco interpretó que podía producirse una cesión de territorio por parte de Chile, obviando la consulta obligatoria al Perú que ordena el Tratado de 1929. Peor aún, Velasco sospechaba que la situación política podía ser muy desfavorable para el Perú, que una hipótesis plausible era que Chile cedía un corredor a Bolivia y nos consultaba, pero estando listo para agredirnos. Si la respuesta peruana era negativa, entonces tanto Chile como Bolivia invadirían al Perú. Esa posibilidad alarmó las pesadillas de Velasco. Luego se ha sabido, en el mismo Chile, que en 1974 Pinochet abrigó propósitos de realizar una guerra preventiva contra el Perú. Los temores de Velasco habrían tenido asidero en la realidad; no eran fantasías. De acuerdo con académicos de nacionalidad chilena, ya que los tanques y la artillería soviética habían llegado al Perú, Pinochet pensó en la acción militar preventiva para no ceder la iniciativa al adversario, antes de que los peruanos los desplegaran ordenadamente y aprendieran bien cómo manejar el nuevo equipo. Por otro lado, una posible guerra exterior era una manera audaz de cerrar las contradicciones en el frente interno, que por entonces eran críticas con los partidarios de la Unidad Popular, recientemente derrocada y sometida a dura represión. Sin embargo, esas iniciativas no se realizaron y quedaron como planes de contingencia que no se llevaron a la práctica. Pero Velasco pudo haber sido consciente de aquellos y estuvo constantemente preocupado por las noticias provenientes de Chile a lo largo de ese año y el siguiente99. Mientras tanto, la crisis peruana seguía su curso imparable. Un nuevo remezón en la marina había obligado a Velasco a desprenderse de su más fiel aliado en esa institución. Además, la policía se había declarado en huelga y la ausencia de control en las calles había motivado un motín que estremeció Lima y dejó un centenar de fallecidos, a consecuencia de la represión realizada por el Ejército para retomar el control de la capital100. El gobierno estaba perdiendo el manejo del país. Asimismo, las fisuras en el seno de las Fuerzas Armadas crecían en forma imparable. Incluso se produjo un atentado a tiros contra un automóvil que transportaba a tres importantes generales de división. El mismo general Mercado fue uno de los abaleados y fue herido también el general Tantaleán, quien era un amigo cercano del presidente. Velasco montó en furia y exigió medidas drásticas que permitieran fusilar en 48 horas a los culpables. 118
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