La frontera disputada

general del PCP y haber desarrollado una carrera espectacular como tránsfuga de alto vuelo. Ravines era un periodista muy hábil y reputado por su talento para producir campañas de opinión pública muy impactantes. Pues bien, de un tiempo a esta parte, Ravines estaba difundiendo en varios diarios del continente noticias sobre una inminente guerra entre Chile y Perú. Debido a su rol como propagandista de la oligarquía peruana, Velasco lo había deportado e incluso le había quitado la nacionalidad peruana, por indigno. No obstante, las ideas de Ravines tenían amplia audiencia y él mismo era un personaje singular. Sostenía que una guerra estaba a las puertas porque Velasco era dependiente de los soviéticos, a causa de la compra de armas, mientras que Chile era el campeón del mundo libre dirigido por EE.UU. Así, Ravines claramente estaba posicionado a favor de Chile y su análisis era la reproducción del gran tablero internacional a escala sudamericana, donde el Perú era el peón de la URSS96. El argumento de Ravines era un típico discurso macartista que sonaba consistente en los días que la dupla Nixon-Kissinger habían endurecido notablemente su política hacia América Latina. A continuación, Ravines había visitado Chile, sus declaraciones habían sido reproducidas minuciosamente por la prensa mapochina y había sido recibido por más de un ministro. Velasco tomó a Ravines como la encarnación de Casandra, un personaje mitológico griego que anuncia y concreta los males por venir97. Las noticias complicadas eran pan de todos los días cuando los ministros peruanos recibieron la información de un cambio de postura del gobierno de Chile respecto al Pacto Andino. El régimen chileno buscaba introducir medidas liberales y dejar de lado los límites sobre el capital extranjero impuestos por el Pacto Andino. En concreto, Chile quería privatizar un grupo considerable de empresas que habían estado nacionalizadas durante el periodo de Allende. Como no había suficiente capital privado interno, la única salida para Pinochet era atraer inversión extranjera. Ese propósito cayó muy mal en el gobierno peruano. En opinión de Velasco, era preferible que Chile se retirara y había que dejarlo ir. Incluso el Perú buscó entenderse con el resto de socios para rechazar conjuntamente la postura de Chile. Poco después, los ministros de Velasco iban a constatar que el Pacto Andino no avanzaba, que la programación industrial peruana había quedado en papeles y que se venía la desgravación arancelaria. Ante esta situación, algunos ministros se muestran extremadamente irritados y 116

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