La frontera disputada

peruana. Velasco toma la palabra y anuncia un enorme peligro consistente en una conjura internacional contra el Perú91. Durante la reunión en Brasil, el embajador peruano en ese país, Alberto Ruíz Eldredge, realizó ante la delegación peruana un análisis de la situación en Sudamérica, que luego se trasmitió a los ministros. De acuerdo a la interpretación atribuida a Ruíz Eldredge, Brasil quería salir al Pacífico y su idea era lograrlo a través de un corredor que Chile le ofrecería a Bolivia. Según este parecer, Brasil construiría una carretera desde el Atlántico que cruzaría Bolivia y llegaría al Pacífico por el corredor que Chile le ofrecería al país altiplánico. Asimismo, la intención de Brasil era desmantelar el Pacto Andino utilizando a Bolivia y Chile para ese propósito, porque esa carretera cortaría las economías del Pacto Andino e introduciría un nuevo eje económico. Una teoría conspirativa iba tomando cuerpo en el seno del gobierno Velasco92. El general Mercado echó leña al fuego. Según su punto de vista, Brasil era el articulador de la conjura contra el Perú. Mercado, que ayer había sido el propulsor del acercamiento a Brasil, cambió. En 1974 consideraba al Brasil como el arquitecto del cerco contra el Perú. Por su parte, siempre de acuerdo a su parecer, Chile estaría intentando soldar su frente interno con un enemigo exterior; es decir, el Perú. Por ello, Mercado reforzaba el punto de vista de Velasco y el Consejo de Ministros entró en crispación. Sin embargo, en una movida característica del vaivén que caracterizó al periodo, el general Morales Bermúdez, entonces ministro de Economía y Finanzas, visitó Chile en el curso de una reunión del BID y tuvo una amable entrevista con el general Pinochet. En dicho encuentro se habrían bajado los ánimos y asegurado que ambos países respetarían los acuerdos internacionales y no serían agresivos con el otro. Esa información alivió a Velasco, que ordenó que la prensa no siguiera denunciando en forma constante al gobierno de Chile. Según su razonamiento, «de qué nos servía tanto ataque». Este clima de apaciguamiento se reforzó semanas después, cuando el Consejo de Ministros en pleno recibió al general Leigh, comandante de la Fuerza Aérea de Chile y miembro de su Junta de Gobierno. Los ministros peruanos almorzaron con el miembro de la junta militar chilena en un ambiente distendido y departieron con amabilidad; no obstante que ese gesto tuvo elevado costo político y personal. Un viejo amigo de Velasco, el empresario y entonces embajador, Enrique León Velarde, renunció airadamente tirando los platos por la ventana, con gran disgusto del 114

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