La frontera disputada

Las actas dan cuenta de la impotencia peruana, así como de la persistencia de una relación de competencia con Chile respecto a Bolivia. Esa persistencia es fruto de una concepción tradicional en las relaciones exteriores peruanas. De acuerdo con ese parecer, el juego en la triple frontera es suma cero, o gana Chile o gana el Perú, no hay posibilidad de concebir situaciones de beneficio tripartito. En realidad, el pensamiento es que alguno de los dos, Chile o Perú, ha de beneficiarse del tráfico boliviano. Es decir, para la concepción tradicional, Bolivia siempre pierde y uno de los otros dos gana; por lo tanto, se trata de armar una oferta mejor a la chilena, que en realidad nunca se ha podido concretar. Por ello, los militares peruanos buscaban influir en Bolivia con especial dedicación, cultivando variadas relaciones. Junto con Ecuador, el país altiplánico les interesó sobremanera porque percibían que había fuertes intereses que se movían en ambos escenarios. A este respecto cabe mencionar que el gobierno peruano se sintió tranquilo con la evolución de los asuntos bolivianos hasta la llegada del general Banzer en 197167. No obstante los cambios políticos en La Paz, Velasco confío en el respaldo boliviano. Incluso con Banzer las relaciones no fueron tan conflictivas, aunque como veremos, se tensaron luego del Abrazo de Charaña con Pinochet. Pero incluso en ese momento, algunas puertas se mantuvieron abiertas y fueron empleadas para aminorar conflictos y mantener la cordialidad y la información oportuna. Este desarrollo evidencia la importancia estratégica que mantuvo Bolivia para el gobierno del general Velasco a lo largo de toda su existencia. Como veremos, la cuasi guerra con Chile de 1975 desembocó del temor a un entendimiento chileno-boliviano que lesionara los intereses estratégicos del Perú. TIEMPO DE INCERTIDUMBRE: ALLENDE EN EL PODER Por su parte, la llegada al poder de Salvador Allende significó problemas nuevos que pusieron a prueba la relación bilateral. En primer lugar, la cuestión del comunismo. Los militares peruanos no eran comunistas ni tampoco se sentían simpatizantes de esa doctrina. No obstante la existencia una abundante literatura que hace a Velasco un comunista, en realidad fue nacionalista y simpatizante socialcristiano o seguidor de las enseñanzas apristas de la primera hora (Velasco, 1972). Pero, el comunismo le parecía una doctrina extranjera, puesta al servicio de una gran potencia, la URSS, además ajena al continente americano. Para Velasco siempre fue un asunto de primera importancia marcar distancia tanto del capitalismo como del 105

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