La abeja republicana edición facsimilar

con la luz de la filosofía, se deben apartar de aquellos sitios peligrosos, donde la contrariedad de las pasiones inflama más y más el fuego de la discordia". Por su parte, cuando Manuel Negrón hizo profesión de fe en la libertad natural y su influencia sobre la felicidad de los pueblos -No. 28, del 7-XI-1822-, creyó necesario apuntar que se hallaba lejos "del bullicio de los hom– bres", y alentado "con la firme resolución de no ser espectador de sus desaciertos". Y cuando Andrés Ne– grón comentó los sucesos inmediatos a la independen– cia -No. 29, del 10-XI-1822-, aparentó dejarse guiar por la razón e indirectamente se definió como "el filó– sofo del Rímac". Los matices y las perspectivas pueden variar; pero las actitudes coinciden, porque en ellas re– vela su ideología el hombre que hizo la historia de esos años. Un hombre lúcido, animado por un profundo sentimiento filantrópico; un adversario del egoísmo y las ambiciones bastardas, de la ignorancia y el error; sincero en sus decisiones, y por eso dispuesto a con– frontarlas con las ajenas; ardiente defensor de su dere– cho, y respetuoso observante de la ley destinada a con– ciliarlo con el interés social. En suma, un hombre pro– yectado hacia el destino. Fácil es reconocer la abundancia y la oportunidad de las ideas que LA ABEJA REPUBLICANA aportó, en armonía con la naturaleza y la civilización del país, durante el debate sostenido para decidir la forma de gobierno; y, por ende, su decisiva contribución a la quiebra de las concepciones favorecidas por la aristo– cracia criolla, y por los temores que los cambios atrevi– dos infundían a los ciudadanos inocentes. En sus pági– nas están precisamente expresadas las doctrinas polí- " ticas y sociales que convenían a sus miras: la libertad natural que la filosofía de la Ilustración reconoció al hombre; la obra que la razón cumplió en la organiza– ción inicial de las sociedades, para vencer los recelos del egoísmo; los .benéficos objetivos asignados al con- XI