que no tiene hambre o que no quiere comer más; es decir, interpretará su respuesta como negativa a pesar de que esta no se reduce a un «no». Todas estas suposiciones que se realizan para llegar al significado del hablante son los supuestos que configuran el contexto y tienen su base en nuestro saber del mundo. De esta forma, para interpretar un enunciado no solo basta con decodificar sobre la base de nuestro conocimiento lingüístico, sino además interpretar (saber) del mundo para determinar qué es lo que efectivamente el hablante quiso decir. Por esa razón, es poco común que, ante una pregunta como: «¿Tienes hora?», la respuesta sea simplemente: «Sí» o «No»; pues se espera que se responda con la hora que es (por ejemplo: «Son las 3 pm») y eso es producto no de la convención del código, sino de la interpretación del receptor. Ahora bien, estas suposiciones que se realizan para poder llegar al significado del hablante son esenciales. En la comunicación, luego de decodificar el mensaje, se llevará a cabo todo un proceso inferencial que permita interpretar eficazmente lo que se quiso decir. Las inferencias que se hagan estarán basadas en el saber del mundo, por lo que es importante que los que participan de la conversación compartan este saber. De lo contrario, es imposible que el receptor interprete el mensaje del receptor; es decir, que infiera la intención comunicativa que este tiene. De hecho, eso ocurre cuando dentro de un grupo de personas se hace una broma sobre alguien que alguno de los presentes no conoce y a este no le provoca ninguna risa. De este modo, la intención comunicativa de un enunciado se deduce a partir su interpretación en contexto, el mismo que en términos cognitivos está conformado por el conjunto de supuestos compartidos entre los participantes de la comunicación. Este conocimiento se basa en el saber del mundo y es cancelable en el sentido de que los supuestos a los que da lugar siempre se pueden eliminar considerando nuevas premisas que también tienen su origen en el mismo saber. Esta característica permite diferenciar entre «inferencias lógicas» e «implicaturas conversacionales». Las primeras se derivan del significado de las palabras que conforman el enunciado y son independientes del contexto, por lo que no pueden cancelarse; mientras que las segundas se derivan de los supuestos compartidos que conforman el contexto y pueden cancelarse si se dispone de nueva información. Por ejemplo, si alguien dice: «Mi papá está dormido», esto implica que su papá no está despierto o que su papá no está corriendo; sin embargo, no implica que su papá tenga problemas nerviosos 95
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