permanente que se establece entre la palabra y su extensión (Herrera, 2002, p. 353). Evidentemente, tanto la teoría referencialista como la extensionalista plantean el lenguaje como una nomenclatura de entidades que se encuentra fuera de él, pero no plantean ningún elemento mediador entre lenguaje y realidad. Lo hacen, más bien, aquellas teorías en las que el significado no es ni la referencia ni la extensión. En particular, la llamada «teoría intensional del significado» postula una suerte de «definición previa» que se atribuye como contenido mental a los usuarios del lenguaje (Herrera, 2002, p. 354). Este contenido, denominado «intensión» o «concepto», es el que haría posible que los usuarios del lenguaje fueran capaces de conectar las palabras con sus referentes. Por ejemplo, el concepto «perro» incluye una serie de rasgos como animal, mamífero, canino, cuadrúpedo, carnívoro, etc., que permitiría identificar a los individuos que puede designar la palabra «perro». En otras palabras, para que un individuo sea designado con esta palabra debe cumplir con las características que incluye el concepto «perro»; es decir, ser animal, mamífero, canino, cuadrúpedo, etc. Un problema de esta teoría es especificar qué rasgos se constituyen en condiciones necesarias y suficientes para que un determinado concepto pueda mediar entre la palabra y el objeto que esta designa, dificultad que ha llevado algunos a plantear la teoría de los prototipos (Cifuentes, 1992). Según esta teoría, basada en los estudios de Rosch (1973), el sistema cognitivo humano categoriza los objetos del mundo sobre la base de la selección de «prototipos»; es decir, de elementos especialmente representativos por sus diferencias de mayor grado con los de otras categorías (Cifuentes, 1992). En otras palabras, esta teoría postula que no es que haya condiciones necesarias o suficientes para determinar la membresía de un individuo o particular a determinada categoría, sino un modelo prototípico con el que aquellos se comparan. Así, una manzana verde pertenece a la categoría «manzana» y no a la categoría «pera», porque se asemeja más al prototipo de la primera que al de la segunda. Debe notarse que una teoría intencional del significado no necesariamente postula un compromiso ontológico con las categorías que postula; es decir, no necesariamente afirma la existencia de estas entidades en la realidad. Sin embargo, es posible sostener que estas categorías son esencias efectivamente existentes; es decir, los conceptos mediadores entre palabras y particulares señalan no meras abstracciones, más o menos arbitrarias, sino algo común que comparten toda las cosas que clasificamos 87
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