componen la onda compleja. Además, mientras más compleja sea la onda, más armónicos poseerá. Los armónicos son todas las frecuencias de la onda compleja múltiplos de la F0; es decir, de la primera. En otras palabras, si en una onda sonora compleja su frecuencia menor es de 120 Hz, esta correspondería al primer armónico que, a la vez, sería la frecuencia fundamental. A partir de la segunda frecuencia, estaríamos frente a armónicos o hipertonos, que serían de 240 (2.o), 360 (3.o), 480 (4.o), etc. En el habla, los armónicos no poseen la misma amplitud y estos irán descendiendo conforme aumente la frecuencia (Martínez Celdrán, 2003). Los sonidos del habla se clasificarían acústicamente de la siguiente forma: sonidos periódicos complejos (vocales, nasales y laterales), que se caracterizan por las vibraciones de los pliegues vocales (F0) y la resonancia en el conducto vocal; sonidos aperiódicos impulsionales (oclusivas), que presentan un cierre y explosión en el tracto vocal; y sonidos aperiódicos continuos (fricativas), que presentan fricción a partir de la constricción del conducto vocal (Llisterri, 2015). Por otro lado, la frecuencia o tono fundamental no es igual en hombres y mujeres. Este dependerá no solo de la vibración de los pliegues vocálicos, sino también de su tamaño. Por ejemplo, las mujeres y niños poseen pliegues más finos y cortos, por lo que la frecuencia será más elevada (Gil, 2005). Las mujeres registran un F0 de entre 150 y 300; en cambio, los hombres, de entre 100 y 200 (Martínez Celdrán, 2003). Las amplitudes de los armónicos de las ondas sonoras se modificarán a partir de la resonancia que se dé en las cavidades supraglóticas. Los resonadores son cajas de resonancia que hacen posible reforzar la amplitud de los armónicos (Martínez Celdrán, 2003). En el habla humana, las cavidades faríngea, nasal y oral son las cajas resonadoras y cada una de ellas tiene frecuencias naturales de vibración. En este punto, la teoría de fuente y filtro permite una aproximación reveladora al tema. Como se sabe, el tracto vocal se comporta como un tubo que tiene un extremo cerrado (laringe) y otro abierto (boca o fosas nasales) (Quilis, 1999); además, este conducto se comporta como un resonador a través del cual pasa el flujo del aire y, según las cavidades resonadoras, va generando diferentes resonancias. Según la mencionada teoría, el flujo de aire se origina en los pliegues vocales, por lo que serían la fuente del sonido, mientras que el tracto vocal mismo actuaría como filtro, debido a que su conjunto de cavidades resonadoras modificarían las características de la 82
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