substrato biológico en el cual se sitúa el lenguaje, que parece ser bastante más amplio que el clásico circuito Wernicke-fascículo arqueado-Broca (Robles-Aguirre, 2010). Ante este panorama, el conexionismo, con el fin de ir superando sus propias limitaciones, ha ido incorporando elementos de otras teorías, tales como el modularismo. Ello ha implicado el surgimiento de modelos híbridos, en los que hay módulos distintos en relación con la información que procesan (en el caso del lenguaje, el de la fonología, el de la sintaxis y el de la semántica) y que son subredes separadas que operan en paralelo unas con otras, con continuo intercambio de información entre ellas (Smolensky, 1999). Es importante en este punto hacer un alto y remarcar que, pese a que no lo parezca en un principio, tanto el enfoque modularista y conexionista, en sus diferentes versiones, parten de la metáfora del cerebro como un ordenador; estos es, se asume que la mente procesa información con el entorno a partir de la manipulación de símbolos discretos (Amoruso, Bruno & Dominino, 2007), lo cual implica su naturaleza representacional, siendo una diferencia entre ambos en este aspecto que el modularismo es simbólico y el conexionismo subsimbólico (Villar, 2003). Una tercera escuela de pensamiento que trata de dar cuenta de la relación entre lenguaje y cognición viene de la mano de la lingüística cognitiva, a partir de los aportes de Lakoff y Langacke (Ibarretxe-Antuñano, 2013). Dentro de sus postulados, ellos plantean como un supuesto central que el lenguaje es una capacidad integrada en la cognición general, con lo que rechazan de plano el modularismo. Dicho paradigma obliga, entonces, a explorar las relaciones del lenguaje con el resto de las facultades cognitivas, con el fin de dar respuesta a cómo funciona realmente el lenguaje (Ibarretxe-Antuñano & Valenzuela, 2012). Los principios fundamentales dentro de la lingüística cognitiva son los siguientes: a) la adopción de un enfoque basado en el uso; b) el planteamiento de que la función primaria del lenguaje es su carácter simbólico, por lo que no debe separarse los aspectos semántico y sintáctico; c) la consideración del aspecto gramatical como estructuración/simbolización del contenido semántico mediante la forma fónica; y d) la conceptualización de la categorización a partir de las relaciones prototípicas y de familia que configuran categorías con límites difusos (Ibarretxe-Antuñano, 2013). Por todo lo anterior, la lingüística cognitiva ha realizado numerosos aportes desde las distintas teorías que lo conforman, entre los cuales los de 449
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