Introducción a la lingüística clínica

A partir de este modelo explicativo de la cognición (o más bien de la mente), surge la teoría modular, propuesta por Fodor (1983), sobre la base de los trabajos de Chomsky. Desde esta perspectiva, la mente está compuesta por una serie de módulos o sistemas de entrada de datos, innatamente especificados, que funcionan de forma independiente unos de otros y están dedicados a propósitos específicos (Baicacoa, 2002). Cada módulo tiene sus propias entradas de datos y sus específicas operaciones; es decir, cada uno es la base de procesos de dedicación exclusiva. Al operar solo con ciertos tipos de datos, cada módulo presenta especificidad de domino y es preprogramado, ya que sigue pautas específicas de funcionamiento. Por otro lado, presentarían una representación neurológica y estarían encapsulados; esto es, el procesamiento que se lleva a cabo dentro de cada módulo es inaccesible a las otras partes de la mente, ya sean otros módulos o el procesador central (Villar, 2003). Este último, el componente que procesa la información de entrada y coordina los patrones de respuesta, no presentaría las características de los módulos y sería, más bien, no encapsulado y, por lo tanto, lento, no obligatorio, consciente e influido por metas globales (Baicacoa, 2002). Este enfoque ha influenciado de manera importante a las ciencias cognitivas hasta el día de hoy y, de hecho, ha sido uno de sus principales aportes en el ámbito del estudio del lenguaje, de cuya gramática ha postulado que se trata de una facultad independiente del resto de la cognición. Según el autor de que se trata, esta puede presentar una modularidad externa, cuando se concibe como una función autónoma del resto de la cognición; o una modularidad interna, cuando los principios de la gramática también se constituyen en dominios independientes (Deane, 1992). Por otra parte, el enfoque modularista ha dado origen a la neuropsicología cognitiva y, dentro de este campo, es el modelo más usado a la hora de explicar las dificultades específicas que surgen a raíz de una lesión cerebral en la población adulta (Cuetos, 1988). Ejemplos de modelos modulares utilizados para este fin ha sido el de Ellis y Young (1988), que sirve preferentemente para el estudio de las alteraciones de lectura y escritura; o el modelo de memoria de trabajo de Baddeley (1986), que plantea un modelo de circuito fonológico (ver gráfico 1) y del cual se hablará más adelante (Baddeley, 2003). Algunas pruebas a favor del modularismo son la disociación lenguaje/inteligencia en diferentes trastornos del desarrollo, en especial el 444

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