CAPÍTULO IV. LENGUAJE ORAL Y SUS TRASTORNOS Ignacio Wettling Carpio Fonoaudiólogo Universidad Mayor (Chile) Dentro del desarrollo humano, un aspecto crucial es el desarrollo de las habilidades comunicativas y lingüísticas, pues estas permiten al niño poder interactuar de un modo social y complejo con su entorno y, con ello, acceder a aprendizajes propios de su cultura que le permitan utilizar este mismo lenguaje en operaciones mentales diversas (Tomasello, 2008). Dicho proceso requiere del desarrollo combinado de diversas habilidades, las cuales, en su conjunto, permiten la estructuración del lenguaje en sus distintos niveles, y es por ello por lo que es relativamente frecuente que se vea interferido por factores que puede afectarlo de diferentes maneras y formas. Pese a esto, se debe considerar que el desarrollo lingüístico y comunicativo no es igual para todos los niños, existiendo diferencias importantes en sujetos pertenecientes a comunidades lingüísticas distintas, donde los patrones de crianza, las peculiaridades propias de las prácticas culturales de esas comunidades y las características específicas de la lengua en cuestión pueden producir variaciones que no deben ser consideradas necesariamente como patológicas (Clemente, 2006). Estas diferencias, expresadas por lo general mediante un retraso significativo en la adquisición del lenguaje, también pueden ser observadas incluso entre sujetos de una misma comunidad lingüística y, dada la gran variabilidad individual de los comportamientos lingüísticos, es difícil determinar hasta qué punto son una variación normal del desarrollo o la manifestación de un déficit, en especial en niños menores de dos años (Goldstein & HortonIkard, 2010; Aizpún & otros, 2013). Estos menores con retraso en la adquisición del lenguaje, denominados «hablantes tardíos», se caracterizan por presentar un retraso del lenguaje sin la presencia de otras dificultades, es decir, manifiestan una conducta 241
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