Introducción a la lingüística clínica

también algunas características como el lugar en el que vive y alguna descripción física importante. Estos mismos autores señalan que hay investigaciones que señalan que los adultos tienden a acomodar sus expresiones ante los niños considerando la edad y la capacidad de comprensión. Por ejemplo, en una investigación realizada con niños de dos años, los adultos utilizaron nombres generales para denominar objetos: en lugar de decir «monedas», dijeron «dinero»; en lugar de decir «pastor alemán», dijeron «perro». Al respecto, Callanan (1985) y Hall (1994) —referidos por Alexander y Ucelli (2010)— señalan que las madres utilizan diferentes estrategias dependiendo del vocabulario que enseñarán. Si se trata del vocabulario más específico en lugar del general, utilizan la estrategia de la ostensión; es decir, pueden señalar o decir expresamente lo que es el objeto: «esto es un auto». En cambio, si enseñan vocabulario más general como categorías superiores, utilizan la estrategia de inclusión, mencionando términos básicos y también el termino superior que los incluye: «el auto, el barco y el avión son medios de transporte». Finalmente, cuando enseñan un término específico como «pasajero», utilizan una explicación dentro de un contexto conocido por el niño para introducir la palabra nueva. Asimismo, se ha demostrado que el habla de las madres tiene un efecto en la manera en que los niños comprenden y usan el vocabulario referido a sus estados internos. En una investigación en Gran Bretaña, realizada por Dunn, Bretherron y Munn (1987) y referida por Alexander y Ucelli (2010), los investigadores observaron que las madres que hablaban con sus niños pequeños nombraban de manera rutinaria una serie de estados internos de los niños (como, por ejemplo, «aburrido», «mareado», «contento», etc.). A los dos años, los niños utilizaban muchas de esas palabras sobre sus estados internos. Sin embargo, lo más resaltante fue que las madres hacían más uso de estas palabras con sus hijas mujeres y que ellas, a los dos años, hacían mayor referencia a sus estados internos en comparación con los varones. Las estrategias de adaptación lingüística no se restringen solo a las madres. Estas adaptaciones del lenguaje hacia las posibilidades de los bebés se da en muchas culturas. Además, estas son realizadas por cualquier adulto e incluso por los propios niños con sus hermanos menores. De hecho, el lenguaje adaptado se produce de forma más clara y lenta y se caracteriza por una entonación más exagerada y pausas más 237

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