Un dato interesante que se debe considerar es que el apego variará de acuerdo con la cultura. Existen culturas que, por ejemplo, promueven un apego más seguro (como las asiáticas) o uno más evitativo (como las occidentales). Delgado (2008) señala que algunos autores concluyen que las relaciones marcadas por la sensibilidad del adulto para responder de forma contingente y con la intensidad adecuada a las demandas del bebé son las que conducen a un vínculo de apego firme. Esa es la importancia que cobra el apego en el desarrollo del bebé, que incluye el de su lenguaje, ya que el adulto tiene que brindarle un medio de seguridad y protección. Considerando lo señalado, el desarrollo de lenguaje también se verá afectado por factores psicológicos, como el estado emocional de los cuidadores o cuidadoras. Si la conducta del apego es muy importante para el desarrollo del niño, las madres con trastorno depresivo, dadas las manifestaciones de este cuadro clínico, no serán las personas activas y capaces de promover este vínculo y ser un factor de desarrollo en los niños. Sachs (2010) cita una investigación realizada por Kaplan, Bacharowski y Zaerlengo-Strouce (1999), que se hizo con madres deprimidas y no deprimidas, en la que ellas tenían que leerles a sus bebés de cuatro meses un texto. Las madres deprimidas utilizaban menor variabilidad de entonación al decir determinadas palabras y los bebés de estas madres presentaban un peor aprendizaje asociativo de las palabras que acababan de oír que los niños de las madre no deprimidas. Como ya se sabe, la adquisición del lenguaje infantil se desarrolla en un contexto interactivo, con lo que la pauta de interacción del adulto-niño determina de forma importante la adquisición y desarrollo del lenguaje. Shum (1988) señala que el medio que es pobre en comunicación interactiva y personalizada influirá en forma negativa sobre la adquisición y el desarrollo del lenguaje. Según Bruner (1975), citado por Shum (1988), el adulto, en las primeras etapas de la vida de un bebé, no solo cumple una función de cuidador, sino de orientador, organizando todas las experiencias que tiene este con el medio a través de la afectividad. Por ello, esta última cumple un rol importantísimo durante el desarrollo del niño. De hecho, es imposible entender el proceso de socialización si no es a través de la comunicación que se establece mediante la afectividad. Este papel del cuidador y del medio se refleja en numerosas investigaciones. 235
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